Islandia es un país que invita a conectarse con la naturaleza. Volcanes activos, imponentes glaciares de picos nevados, fiordos, ríos caudalosos, cascadas, aves… Todo aquello dibujan las postales de este enigmático país.

Este lugar es también muy conocido por el fenómeno del sol de medianoche durante el mes de junio. Pero el momento de gala más sorprendente que ofrece el cielo de Islandia son las auroras boreales.

Reykjavik (su capital) es la ciudad más septentrional de todo el mundo. Este nombre de difícil pronunciación, significa “Bahía Humeante”. Hace alusión a la gran cantidad de géiseres que se encuentran en los alrededores, productos de la incesante actividad volcánica. Zonas ajardinadas dan la bienvenida a los viajeros que deciden adentrarse en la magia de la capital islandesa. Es una ciudad ideal para desconectarse, para olvidarse del tráfico, el ruido y el estrés propios de nuestra zona impuesta de competitividad.

Los Fiordos constituyen un sinónimo de este país. Algunos de los puntos para verlos son Isafjordur, un lugar de exuberante vegetación.

Vale la pena conocer el lago Tjörnin, un punto muy frecuentado. No menos interesante es descubrir el casco antiguo conformado por numerosas bibliotecas, teatros, museos, edificios y oficinas.

Al noreste de Islandia se encuentra Akureyri, donde apreciaremos dos saltos de agua de doce y treinta metros de altura.

Otro de los cuadros sorprendentes de esta isla es la Laguna Azul, una verdadera piscina natural cuyas aguas tienen una temperatura de casi 40 grados centígrados.

Se suma a la lista de atracciones turísticas, observar ballenas a través de mini-cruceros. El gobierno islandés protege este recurso animal  y tiene dispuesto numerosas políticas que fomentan el ecoturismo.

Islandia es un país donde la naturaleza se encuentra en todo su esplendor. La mejor época para conocerla es durante el verano. Los días suelen ser muy largos pero las temperaturas son más benignas a comparación de los meses de invierno.